El Museo de las Ciencias de Ámsterdam destaca a modo de barco emergente en su dársena. El notable edificio se encuentra situado entre la Estación Central y el Arsenal, hoy Museo de la Marina.
Dos cosas nos gustaron especialmente: el gran espacio diáfano en diferentes alturas y la convivencia de instrumentos históricos con modelos manipulables que los reproducen. Los instrumentos de ciencia pueden ser muy bellos pero no se hicieron para ser contemplados como la pintura o la escultura sino para ser usados: es bueno verlos funcionando.
El gran espacio permite contemplar toda la ruidosa algarabía y el movimiento pletórico de la chavalería.
La matemática no puede faltar con sus poliedros, fractales, superficies minimales, anamorfosis, …
A la entrada o a la salida no debemos perdernos la hermosa clepsidra de líquido azul con serpentines que nos va dando las horas y los minutos mediante un mecanismo de sifón.