Galileo teorizó que el movimiento en el vacío bajo la aceleración constante de la gravedad era parabólico. Se culminaban así las investigaciones de Arquímedes y Apolonio sobre cónicas. Aunque la resistencia del aire modifica algo la trayectoria, la parábola se nos muestra en todo su esplendor en muchas fuentes ornamentales.
En la madrileña plaza de la Beata Maria Ana de Jesús la fuente circular está calculada para que sus chorros conformen un paraboloide de revolución, una cuádrica sencilla y bella. Las fuentes modestas también merecen una mirada matemática.