Hay ciudades que reciben un gran impulso cuando la UNESCO las declara Patrimonio de la Humanidad. A Brescia le ocurrió en el año 2011: sus restos romanos y Santa Giulia se incorporaron a la lista de lugares a preservar.
Al atractivo propio hay que añadir una muestra muy ambiciosa (e impresionante) de esculturas de Mimmo Paladino. Hasta enero de 2018 se pueden admirar setenta esculturas distribuidas por el Foro, el Teatro, Santa Giulia, la Estación o la Piazza Vittoria. Paladino es un destacado exponente de la transvanguardia que ha recreado el estilo renacentista e incorporado sólidos como el pequeño dodecaedro estrellado o el mazzocchio a sus esculturas.
La muestra de esculturas intercaladas en los museos resalta el valor de las obras y lo que es más difícil: se ha lograda dar coherencia. La exposición es de las que marcan un hito.
Ya conocíamos la escultura del pequeño dodecaedro estrellado, poliedro regular cóncavo de Kepler-Poinsot, de la plaza del Museo Leonardiano en Vinci. Paladino debió de quedar muy afectado porque nos lo hemos encontrad repetidamente: uno en Santa Giulia y dos en la Piazza Vittoria, sobre agua, sobre caballo y sobre arcón. El encanto de los poliedros no cesa. Curiosamente Leonardo no dibujó el poliedro entre las sesenta láminas realizadas para De divina proportione, se quedó en el dodecaedro estrellado. Si es de Leonardo el cuboctaedro estrellado que va adosado a un hombre sobre un mosaico de Santa Giulia.
Una placa destacada en el viejo duomo circular recuerda el nacimiento de Tartaglia.