Frigiliana ha afrontado la presión del turismo de masas con cierta dignidad. La ciudad se ha sujetado a su valor simbólico de resistencia durante la rebelión morisca para reafirmarse como ciudad blanca de calles estrechas y limpias. El paradisíaco entorno de la sierra Almijara también ha contribuido a que los estragos sean más reducidos que en otros lugares.
Si subimos desde Nerja, lo que nos recibe es el último ingenio azucarero de los muchos que poblaban la costa desde Adra a Málaga. En Salobreña sigue funcionando otro ingenio como fábrica de alcohol, pero el de Frigiliana elabora todavía miel de caña Nuestra Señora del Carmen. Algún huerto marginal de caña nos recuerda una riqueza prácticamente extinguida.
El ingenio ocupa la casa solariega de los señores del lugar. De este palacio casi arruinado destacamos sus esgrafiados. Son sencillos, de simetría p4m, pero le dan cierta gracia que se coloquen rectos y en diagonal, siendo iguales parecen distintos. También, en la parte superior, hay un esgrafiado no periódico algo sugerente.
Por encima del palacio, zigzagueando, se ven los restos del acueducto de Lizar, el que abastecía la rueda hidráulica que movían los trapiches de la molienda, soberbia fábrica del XVI de la que se han salvado los tramos de la dirección transversal pues los otros tapaban las nuevas construcciones.
Al adentrarnos en las calles del pueblo podemos fijarnos en los empedrados, los hay de diversas simetrías, pero el más corriente tiene precisamente simetría de giro de orden 7, ¡con lo poco habitual que es encontrar el heptágono!