En 2014 se inauguró en la Plaza de Colón de Madrid un modesto monumento a Jorge Juan, próximo a la calle que se lleva su nombre y al Museo Arqueológico Nacional.
Un gran ancla y una pequeña esfera armilar mutilada recuerdan al ilustre marino con una inscripción dedicada al “sabio español” que dominó la cartografía, las ciencias matemáticas y las humanidades.
La sencillez no deja de provocarnos la rememoración de tres momentos de feliz encuentro de la matemática con la navegación: los portulanos mallorquines del siglo XIV (Abraham Cresques, Anselmo Dulcert,…), los grandes del arte de navegar del siglo XVI (Pedro Medina, Martín Cortés o Rodrigo Zamorano) y el brillante siglo XVIII con las escuelas de guardiamarinas que dan lugar a figuras tan destacadas como Jorge Juan, Antonio de Ulloa, Mendoza y Ríos, Gabriel Ciscar o José de Mazarredo.
La expansión aragonesa/catalana por el Mediterráneo primero y la conexión con América después necesitaron recursos matemáticos tanto cartográficos, astronómicos o de instrumentación. Tras el pesado ancla hay mucha actividad científica.